þriðjudagur, september 27, 2005

De Rayuela y cosas peores.

En realidad quiero escribir. Quiero escribir de mis vacaciones, de ti, de todos. De lo que no siento, de lo mucho que me duele el odio, y de las palabras que aun tengo grabadas. Silvana se levanta y va por un diccionario . No, las palabras se fueron volando. Ahora s[olo son términos para una tarea científica, abreviaciones en el msn, o sentimientos superficiales expresados a través de una canción de Arjona. Arjona. Escribi Arjona. Ahora escribo Cuauhtemoc. Sanchez. Cada vez me decido más a dejar mi pluma . Cielos, todas las palabras se ven tan planas, porque el relieve de sentimientos se ha vuelto inexistente. Falta aquella danza, aquel sabor que queda después de plasmar algo bello y hacerlo con los pasos correctos, con las palabras exactas. La exactitud se ha ido de mi vida, y yo me siento esperándola. Dieciocho ha de ser un número cabalístico, o al menos un número. Insisto que las 12 es una muy buena hora para morir. Me pregunto donde habré dejado tu muerte. Te crucifiqué yo misma, verdad? Y eso que siempre me creí pagana. Quizás si creía... sí, alguna vez. Cuentos de amor con odio. Pero bueno. Te regalaré una curita y una sanguijuela. Tu decidirás cual usar. O quizás una bala, o quizás un abrigo, o también se me ocurre regalarte mi sistema endócrino, una armada de hormigas o un libro de cortazar. Para que entiendas porque sigo parada en la teja no.2, tan tan lejos del cielo...

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